AGENTE NARANJA: HERENCIA MALDITA DE LA GUERRA DE VIETNAM
Cuatro décadas después del ingreso de un tanque nortvietnamita en el palacio presidencial de Saigon, símbolo de la derrota de EE.UU, causante de más de 58.000 muertes; recordamos el defoliante utilizado para destruir la jungla y dejar a los guerrilleros vietcong sin posibilidad de camuflaje.
Tras
el fin del conflicto el 30 de abril de 1975 aún se conocen casos de criaturas
que nacen con deformidades terribles. "No podemos estar seguros todavía
del tiempo durante el que se extenderán sus efectos, pero muchos científicos ya
lo estiman en tres generaciones", dice la doctora Lành. "No es fácil
asegurar la cifra de niños afectados por el Agente Naranja en Vietnam, pero se
estima en unos 500.000 los casos que podría haber en los hospitales de todo el
país y en muchas aldeas donde sobreviven con sus familias", declara la
enfermera Kim Hoa.
El
Agente Naranja, del que se irrigaron más de cuarenta millones de litros entre
1962 y 1970 desde aviones estadounidenses sobre los bosques de Vietnam era un
poderoso herbicida compuesto por una mezcla de dos productos químicos: el
2,4,5-T y el 2,4-D. El primero de ellos provoca la aparición de minúsculas
cantidades de dioxina conocida como TCDD, el veneno más tóxico de los
elaborados por el hombre, que en tiempos de la guerra nadie se preocupó de
depurar.
En
los primeros años de la posguerra se dieron la aparición de un número inusual
de tumores raros de cáncer en las zonas donde se había irrigado con el
herbicida. El defoliante destruía la foresta prácticamente en 24 horas, pero
sus efectos iban a perpetuarse mucho más allá de que en esos terrenos no
volviera a formarse una jungla. Paralelamente se dispararon los casos de bebés
nacidos con malformaciones muy graves: cabezas enormes, brazos que eran muñones
terminados en dos o tres dedos, bocas sin paladar, ojos ciegos, síndromes
nerviosos, parálisis, etcétera. Y también se multiplicaron los inusuales
nacimientos de siameses.
Más
de 230.000 veteranos de guerra reclamaron indemnizaciones a siete compañías
químicas productoras del Agente Naranja –una ley norteamericana prohíbe
querellarse contra el Gobierno por acciones de guerra- y Víctor Yanacone, el
abogado principal del consorcio de firmas que representaba a los veteranos,
expuso ante los jueces una realidad incuestionable: durante la guerra las
compañías Dow Chemical y Monsanto produjeron grandes cantidades del herbicida
sin preocuparse por eliminar la dioxina; la Fuerza Aérea estaba pidiendo
cantidad y no calidad. Los ejecutivos de las compañías rechazaron cualquier
conexión de su producto con el problema, que atribuyeron a causas psicológicas,
el llamado síndrome Vietnam -que afectaba a miles de jóvenes que volvían
derrotados y rechazados por su propia sociedad-, hasta que el número de
afectados fue tan alto que hizo absurdas sus alegaciones.
Los
directivos de la Dow alegaron que las autoridades se negaron a aceptar los
peligros que corrían con su empleo. "Pero nos prohibieron hasta que
etiquetáramos el producto con señales de advertencia", declaró un
directivo de la compañía. Así, una hoja de instrucciones entregada en 1966 a
las tripulaciones de los aviones encargados de fumigar la selva se afirmaba que
"este defoliante no es tóxico para la vida humana o animal".
En
1984 las siete compañías productoras del herbicida -Dow Chemical, Monsanto,
Diamond, Uniroyal, TH, Hercules y Thompson- aceptaron en un tribunal de Nueva
York la creación de un fondo de más de 162 millones de euros para cubrir los
gastos médicos que requirieran las víctimas y sus hijos durante un período de
25 años. Pero, aunque Vietnam también se ha querellado contra estas empresas
químicas, sus alegaciones se han desestimado. Monsanto aduce en su página web
que "crearon el Agente Naranja para salvar vidas de norteamericanos"
y que es una cuestión "que corresponde debatir entre los gobiernos".
Los
vietnamitas no recibirán ni un dólar de compensación. Por su parte, el Gobierno
de EE.UU exige con presteza pagos por reparaciones de guerra cuando gana una
contienda, pero no concede indemnizaciones si la pierde, como sucedió en
Vietnam, de donde se retiró en 1973 con 58.000 de sus militares muertos y
muchos más con graves secuelas. Ni siquiera acepta pagos cuando ha cometido un
error, o que se lo pregunten a las familias de los 290 pasajeros y tripulantes
del avión comercial iraní abatido en 1988 por un misil de un buque
estadounidense en el Golfo Pérsico, al confundirlo con un caza iraquí.
Además
del Agente Naranja, EE UU fumigó las selvas de Vietnam con unos 30 millones de
litros de otros defoliantes de efectos dañinos: el Agente Blanco y Agente Azul.
Todo un arsenal de armas químicas que acompañaron al tristemente célebre napalm
que dejó a miles de víctimas con gravísimas quemaduras en las aldeas de este
hermoso país.
Al día de hoy, Vietnam pasa casi por primera vez en su historia por un largo período de paz. Aunque los causantes del "síndrome naranja" no ayuden a las víctimas, varias asociaciones de otros países sí lo están haciendo, y EEUU, al menos, ha comenzado recientemente a colaborar con la descontaminación de amplias zonas de terreno destruido por sus armas químicas.
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