¿QUÉ TIENEN EN COMÚN LA MARCA DE LA BESTIA Y EL NUEVO ORDEN MUNDIAL?
“Después vi que de la tierra subía
otra bestia... Además logró que a todos, grandes y pequeños, ricos y pobres,
libres y esclavos, se les pusiera una marca en la mano derecha o en la frente,
de modo que nadie pudiera comprar ni vender, a menos que llevara la marca, que
es el nombre de la bestia o el número de ese nombre. En esto consiste la
sabiduría: el que tenga entendimiento, calcule el número de la bestia pues es
número de un ser humano: 6 6 6" Apocalipsis13:16-18
Mary Stewart Relfe supuso que si el versículo 17 del capítulo 13 del Apocalipsis insistía en que
“nadie podrá comprar ni vender” sin la marca de Satán, debería orientar sus
pesquisas hacia el mundo de la economía. Y allí se encontró con los códigos de
barras, un ingenioso sistema de clasificación informática que ya está impreso
en la práctica totalidad de los productos comerciales que adquirimos. Si nos
detenemos un instante a observar uno de esos códigos (el lector puede hacer
ahora mismo la prueba), veremos cómo al principio del mismo hay una barra
doble, un poquito más larga, que no tiene número debajo como las demás; justo
en el medio hay otra igual y una tercera idéntica se encuentra al final del
código.
Steward, después de
localizar la empresa que había diseñado este sistema, averiguó que cada una de
esas barras dobles simboliza un 6, la clave hexadecimal que decodifica toda la
información acumulada en el código. Es decir, que -según esta autora- en cada
uno de esos códigos de barras se ocultan tres 6; o, dicho de otra manera, una
clave 666 controla ya la economía internacional; el número “6” aparece con
frecuencia sobre todo adónde hay transmisión de datos.
Mediante el
economicismo del dinero y la transparencia, la Humanidad ha caído en una nueva
red de esclavitudes. Se dice que el poder monetario internacional ha confirmado
el papel del dinero como nuevo ídolo de adoración, por el que el ser humano de
hoy no ve nada más que por un ojo, por cuya servidumbre sacrifica toda su
existencia. Pero esto no es en sí demasiado importante si no tuviéramos que
añadirle un factor nuevo, por el que el dinero pasa a ser sintético, a ser
sustituido por una tarjeta de plástico informatizada que permite transaccionar
en base a un fondo de crédito y que además constituye la llave de nuestra
desnudez completa.
Este sistema permitirá
poner el mundo a nuestros pies, a los pies de la colectividad, pero también -como
en el pacto de Fausto con Mefistófeles - los hombres terminan encadenando sus
almas y sus vidas. Las tarjetas se convierten en las llaves de la trasparencia,
por la que el hombre, al perder su intimidad y su secreto, se declara “ciudad
abierta”, una ciudad no ya vulnerable, sino completamente entregada, indefensa,
a merced del paseo de toda suerte de enemigos. La cuestión de este comentario
tiene que ver con el Apocalipsis porque, como se ha podido demostrar, la cifra
“666”, el número de la Bestia apocalíptica de que habla Juan, aparece con una
frecuencia insospechada, alarmante, en este mundo. Mary Stewart Relfe ha
comenzado anotar el elenco de instituciones, aparatos, tarjetas, etc., que han
comenzado a usar, directa o indirectamente, o comienzan a revestirse con este
numero.
En 1984, el número del
código del Banco Mundial era ya “666”. Las tarjetas del Banco Nacional de
Australia llevan el número “666”. Hay nuevas tarjetas de crédito en los Estados
Unidos a las que se ha asignado el prefijo “666”. Los sistemas de computadoras
Olivetti P.6060 usan números para procesar que empiezan con “666”. Las
computadoras centrales de Sears, Belk J. C. Penney y Montgomery Ward (cuatro
grandes cadenas de almacenes de los Estados Unidos) usan el prefijo “666” en sus
transacciones. Las computadoras fabricadas por Lear Siegler tienen estampado en
el lado el número “666”.
La división de empleados del Servicio Medicaid del
Gobierno Federal de los Estados Unidos tiene por número el “666”. Las
divisiones de Armas, Tabaco e IRS (Departamento de Impuestos) del Gobierno
Federal de los Estados Unidos tienen en las chapas de sus empleados el número
“666”. Las credenciales de la fuerza de seguridad secreta que tuvo el
presidente Carter llevaban el número “666”. Los tanques construidos por la
Corporación Chrysler para la fuerza de seguridad secreta de la presidencia
estadounidense, llevan en los costados el número “666”, entre otros ejemplos. En
los Estados Unidos, encontrar el número “666” en locales, productos a la venta,
o en las fachadas de los edificios de grandes tiendas, es cada día más habitual.
El establecimiento del
Nuevo Orden Mundial presiona cada vez con mayor fuerza para conseguir lo que se
llama una “sociedad sin dinero en efectivo”, un mundo en el que todos los pagos
y transacciones se realicen por vía electrónica, creando un registro permanente
que permita a los gobiernos inspeccionar las cuentas y movimientos de cada
ciudadano. “En la mente de un tirano económico, la prohibición del dinero en
efectivo representa el Santo Grial”, “Obligar a la plebe a un sistema de
transacciones en moneda fiat digitales, ofrece un control total a través del
seguimiento continuo de todas las transacciones en la economía y ofrece a los
gobiernos y los bancos la capacidad de bloquear los pagos si un ciudadano
rebelde se atreve a salirse de la línea” indica Michael Krieger.
El objetivo final, es
acabar definitivamente con las transacciones en efectivo, supuestamente
marcando con ello el comienzo de “un maravilloso mundo de seguridad y
prosperidad del comercio digital”. Sin embargo, nadie sitúa el foco en los
peligros que ello implica para todos y cada uno de nosotros. “Eso, sin duda, es
la marca de la bestia (…) un mundo en el que los hombres libres están
prohibidos, y el cumplimiento es la única forma aceptable de pago”, concluye PaulJoseph Watson analista de ‘Infowars’.
Estos últimos años se
ha estado promoviendo la implantación de microchips en humanos, podemos notarlo
con la llegada de la vacuna para el COVID-19 que trae consigo tecnología 5G, con
el objetivo final de que cada persona “chipeada” utilice el dispositivo como
número de identificación personal y tarjeta de crédito, entre otras funciones.
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