BILL GATES: ¿ANTICRISTO INFORMÁTICO? ¿CONSPIRANOIA?

Muchas teorías plantean que lo del coronavirus es un ataque más a la humanidad para disminuir de manera controlada la población mundial y hegemonizar el control del planeta, ¿Les suena todo esto a conspiranoia? No lo es. En ocasiones, la realidad supera a la ficción.

Los pronósticos del contubernio global de la Agenda 2030 se están cumpliendo. Utilizando la pandemia actual como pretexto para radicalizar su plan de desarrollo sostenible sobre bases del programa de reducción de población, la implantación del biochip y la consecución de una Era Mesiánica que faculte, y legitime, la destrucción de la Cristiandad en la Era de Acuario.

Diferentes personajes en la historia especulativa han sido llamados “El Anticristo”. El guerrero Gog un salvaje conquistador de tribus, mencionado en el libro de Ezequiel. También podemos mencionar a Nerón denominado el Exterminador de Cristianos; así mismo fueron llamados anticristo el Hechicero Simón Mago, Mahoma (fundador del Islam), Martín Lutero, el Papa contrarreformista Pablo III y Hitler a quien se le atribuye la muerte horrenda de 6 millones de judíos. Se habla de Bill Gates como el anticristo de la era actual; así podemos darnos cuenta que el poder extremo concentrado en un individuo como vemos, siempre ha sido asociado al Anticristo y la marca de la bestia emergida del mar visionario de San Juan.

Hace un tiempo, el digital alternativo El Independiente anunciaba una noticia con este jugoso titular: “Bill Gates anuncia que implantará microchips para combatir Covid-19 y rastrear las vacunas”; entre las informaciones vertidas en el artículo, podía leerse lo siguiente: “Este proyecto, también dirigido por el MIT, es un implante de microchips anticonceptivos que permitirá a las mujeres controlar las hormonas anticonceptivas en sus cuerpos. En cuanto a ID2020, para hacerlo, Microsoft ha formado una alianza con otras cuatro compañías, a saber; Accenture, IDEO, Gavi y la Fundación Rockefeller. El proyecto cuenta con el apoyo de las Naciones Unidas y se ha incorporado a la iniciativa de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.”


No es información que nos sorprenda de alguna manera. Mientras tanto a nivel mundial se vive negligencia criminal de un desgobierno golpista formado por elementos de la peor canalla socialista-comunista y filoetarra-separatista, sumada a la perversa ruindad de unos medios de intoxicación desinformativa al servicio de las plutocracias mundialistas, han sumido a la población en un estado de shock emocional de irreparables consecuencias. Las víctimas mortales se suceden en cadena, cebándose de lleno con la población jubilada que al no ser productiva hoy, bien puede ser abandonada a su suerte por Papá-Estado.




En el libro Cómo sobrevivir al Nuevo Orden Mundial: Un manual de trinchera (La Tribuna Ediciones, 2019), ya se advertía de todo esto con la debida moderación: “El contubernio luciferino de la ONU sabe todo esto y mucho más; el mundo de las ideas necesita de estos laboratorios para abrirse camino. La idea de colocar el consabido chip de identidad universal a todas las personas del globo para el año 2030 (tesis difundida por unos medios y desmentida por otros), no tiene nada de extraña, al contrario, puesto que apela a una lógica tecnológico-estructural natural en el NOM: al imponer el sistema biométrico universal (suerte de panacea burocrática que hubiera hecho las delicias de un Fouché o un Mao), se permitirá con suma facilidad al Sistema contabilizar a la comunidad humana planetaria como a las gambas de ojos saltones de una piscifactoría, con un registro integral exacto, y con sus informaciones personales actualizadas.


Esta brutal medida totalitaria no sólo perpetraría una clara violación de la privacidad de los individuos, sino la definitiva vuelta de tuerca del proyecto luciferino en marcha: la implantación de la “Marca de la Bestia”, con su numeración debidamente encriptada (!); en Apocalipsis 13:16-18 podemos leer la profecía de lo que viene: “Y asimismo que a todos, humildes y magnates, ricos y pobres, libres y siervos, se les marcara sobre su mano derecha o sobre sus frentes. De suerte que nadie pudiera comprar o vender, sino el que estuviera marcado con el nombre de la Bestia o con su nombre cifrado. ¡Aquí quien sea sabio! Calcule el que tiene ingenio el número de la Bestia, pues es cifra que corresponde a un hombre. Es su número: seiscientos sesenta y seis”.


Este sistema será impuesto pase lo que pase, el que se niegue a ser marcado pasará, en el mejor de los casos, a sufrir una muerte civil en toda regla, con imposibilidad de acceder a sus cuentas bancarias inclusive. El frente de resistencia ante esta amenaza dependerá únicamente del contingente humano dispuesto a repeler al Leviatán: a mayor número de antagonistas de la diabólica medida, mayor posibilidad de frenar/demorar en el tiempo el proyecto de la agenda globalista. El grueso de las nuevas generaciones, cada día más dóciles y sumisas al Sistema, no tendrán reparos de aquí a una década en aceptar con relativista aplomo esta engañifa del diablo.


La pregunta sería entonces si ¿Acataría usted esta imposición totalitaria sobre su propia piel? 


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